El 24 de junio, la Iglesia celebra con solemnidad el nacimiento de san Juan Bautista¸ una de las escasas figuras cuya natividad se conmemora litúrgicamente, como testimonio de su papel único en la historia de la salvación. Precursor del Señor, fue él quien, viviendo en el desierto, en el silencio, la oración y la penitencia, preparó el camino del Mesías.
En Bartrès, la vida de Bernardita se convierte en reflejo vivo del Evangelio
A pocos kilómetros de Lourdes se encuentra el pequeño pueblo de Bartrès, un lugar unido para siempre a la vida de santa Bernardita Soubirous. Antes de las apariciones de la Virgen María en 1858, la joven Bernardita se instaló en la casa de su niñera, Marie Laguës, donde trabajó como criada en una granja.
En este entorno sencillo y rural, hecho de silencios, trabajo y momentos de soledad, fue donde Bernardita aprendió a conocer a Dios en lo cotidiano.
En Bartrès, la vida de Bernardita se convierte en reflejo vivo del Evangelio, preparando el terreno para lo que sucedería en Lourdes, más concretamente en la gruta de Massabielle, durante su encuentro con la Virgen María, la Madre de la Esperanza.
Asimismo, el pueblo está bajo el patronazgo de san Juan Bautista. Allí podemos encontrar la iglesia que lleva su nombre, a la que Bernardita le encantaba ir a rezar.
La iglesia, construida en el siglo XIV en estilo románico, originalmente fue una fortificación y servía de refugio para los habitantes de la región en tiempos de conflicto.
En tiempos de Bernardita, el coro era similar al que vemos hoy, con el mismo tríptico de finales del siglo XVII que representa los momentos de la vida de san Juan Bautista: la visitación, el bautismo de Jesús y su muerte.
Bernardita, que no sabía leer, probablemente se dejó enseñar por esas imágenes sagradas, contemplándolas con atención durante sus oraciones.
Viva y descubra la riqueza de Lourdes y Bartrès
Propuesta de programa
9:30 h: Película para descubrir el Santuario (Centro de información)
11:15 h: Misa en la capilla de san José
14:00 h: Camino de Bernardita de manera autónoma (véase el mapa)
21:00 h: Procesión mariana de las antorchas

Bartrès, un lugar que toca el corazón
En este año jubilar de la esperanza, visitar Bartrès es una invitación a dejarse tocar el corazón por dos testigos de la esperanza evangélica: san Juan Bautista y santa Bernardita. Ambos nos muestran el camino de la verdadera santidad, hecho de confianza total en Dios, humildad, espera, fidelidad silenciosa y recogimiento.
Ambos nos invitan a volver a Dios mediante la conversión del corazón. Juan proclama: «Convertíos», mientras que la Virgen dice a Bernardita: «¡Penitencia! ¡Penitencia! ¡Penitencia!».
Ambos viven una humildad luminosa y nos enseñan a no ponernos en el centro, sino a devolver todo a Dios:
«Yo no soy el Mesías» (Jn 1,20). Bernardita dice: «Estoy encargada de decíroslo, no de hacéroslo creer».
Ambos dan testimonio de que la fuerza proviene del silencio interior, la oración y la fidelidad. Son fieles en la prueba: Juan muere por decir la verdad y Bernardita sufre en cuerpo y alma, pero nunca se queja. La cruz no les asusta, porque es ahí donde se cumple su misión.
Las analogías entre Juan y Bernardita son profundas: ambos vivieron en la pobreza y el anonimato, como preparadores y testigos de una presencia que trascendía las palabras.
Bartrès, al igual que el desierto de Juan, es un lugar que toca el corazón, una invitación a la oración, el recogimiento y el redescubrimiento de lo esencial.




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En el cuaderno de sus notas íntimas, redactado durante los años de su vida religiosa en Nevers, Bernardita comparte con nosotros su meditación sobre Juan Bautista en el Jordán:
«¡Qué austero y riguroso es!… ¡Cómo anuncia a Jesús! ¡Cómo nos lleva a Jesús! ¡Cómo disminuye ante Jesús!… Sólo cede por humildad, por obediencia… Él tiene que crecer, y yo tengo que menguar. Y así debo hacerlo, porque aún soy demasiado humana… demasiado rígida, como Juan Bautista… Debe ser así… si no menguo, le impido crecer… que me vuelva por fin humilde, que me humille, y entonces Jesús crecerá».