«Vaya a decir a los sacerdotes que se venga en procesión». Para obedecer a la Virgen María, los sacerdotes, a quienes se les ha encomendado la misión particular de celebrar la Misa (también llamada Eucaristía), encabezan cada día una Procesión Eucarística, además de la Procesión de las Antorchas.

Como la Adoración, es un encuentro con el Señor Jesús presente en la Hostia consagrada, pero con una dimensión dinámica y comunitaria. Todos los peregrinos están invitados a caminar con las personas que sufren detrás del sacerdote que lleva la custodia y, como ellos, a recibir la bendición que Jesús da al pasar entre nosotros: «La Eucaristía, para el alma atormentada, es un baño de luz y de amor», decía Bernardita. Se han producido muchas curaciones milagrosas durante el paso del Santísimo Sacramento.